¡Oh Faz adorable de Jesús, única Hermosura que cautiva mi corazón!, dígnate imprimir en mí tu divina semejanza, para que no puedas mirar el alma de tu humilde esposa sin contemplaterte a ti mismo.
¡Oh Amado mío!, yo acepto, por tu amor, no ver aquí abajo la dulzura de tu mirada ni sentir el inefable beso de tu boca, pero te pido que me abrases en tu amor, a fin de que me consuma rápidamente y haga aparecer pronto ante tu presencia a